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En mayo de 2005 se desató una revuelta en los territorios ocupados a raíz de la brutal y desmesurada represión marroquí contra manifestaciones pacíficas de protesta – encabezadas sobretodo, por jóvenes saharauis. Las manifestaciones se iniciaron el día 21 de Mayo de 2005 en El Aaiún, capital ocupada del Sahara Occidental, frente a la “«Cárcel Negra» cuando las autoridades marroquíes trasladaban un detenido político saharaui. Esta primera manifestación fue duramente reprimida y se saldó con una decena de heridos. Sólo durante los 3 días posteriores hubo más de 30 personas heridas y cerca de 100 detenidas (de las cuales 2 continúan desaparecidas).

A pesar de que la resistencia a la ocupación en los territorios ocupados ha sido constante desde el inicio del conflicto no se había dado la circunstancia donde los medios pudieran reflejarlo. Los saharauis que viven en los territorios ocupados llevan más de 30 años permanentemente bajo sospecha y han sido violentamente reprimidos al mostrar el más mínimo rechazo a la ocupación marroquí (hay cientos de casos documentados de torturas y las condenas de prisión son desmesuradas y sin ningún respeto a las más elementales garantías procesales). A lo largo del conflicto numerosas personas han desaparecido en el Sahara ocupado por expresar pacíficamente su condición de saharauis y/o su rechazo a las imposiciones de las fuerzas ocupantes marroquíes.

Las protestas por las graves violaciones de los derechos humanos continúan dentro y fuera del territorio; así numerosas organizaciones internacionales (Amnistía Internacional, Human Rights Watch y partidos y representantes políticos de diferentes países) han expresado su condena y repulsa a la actuación de las autoridades ocupantes marroquíes mientras que el régimen alauita continua escondiendo y negando incluso las violaciones más evidentes (los activistas saharauis son juzgados y condenados por delitos comunes, negando de esta manera su condición de presos políticos y de conciencia). Por su parte, la comunidad internacional permanece impasiva ante dicha actitud y no se han adoptado medidas de ningún tipo contra el régimen marroquí.
La situación de los derechos humanos es cada vez más grave en el Sahara Occidental y la represión policial está alcanzando niveles inigualables contra manifestantes pacíficos que rechazan la ocupación marroquí y reclaman el legítimo derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación.

Desde que se iniciaron las protestas un joven ha perdido la vida a manos de las fuerzas ocupantes marroquíes y centenares de saharauis están encarcelados por las autoridades ocupantes marroquíes por protestar pacíficamente.

A finales de 2007, durante la segunda ronda de conversaciones entre Marruecos y el Frente Polisario en Mananhasset (Nueva York) que se celebran bajo el auspicio de la ONU, no se alcanzó ningún acuerdo y las posiciones se distanciaron aún más debido a la intransigencia marroquí. La tercera ronda de conversaciones, en marzo de 2008, puede ser la última oportunidad para encontrar una salida pacífica a este largo conflicto ya que representantes del Frente Polisario y de la RASD han considerado seriamente la posibilidad de volver a reanudar la guerra. La presión de la población saharaui refugiada en Argelia, que ha perdido la confianza en los organismos internacionales y que se siente cansada de esperar en el olvido de la hamada, y las cada vez más graves y frecuentes violaciones, persecuciones y abusos a los que se ven diariamente sometidos los saharauis que viven en las zonas ocupadas son las causas que hacen sonar los tambores de guerra en el norte de África.

A pesar de la indiferencia y el olvido al que les condenan los medios de información y la comunidad internacional el pueblo saharaui sigue siendo perseguido y torturado por reclamar sus derechos de forma pacífica. Es pues necesario para su propia supervivencia que los saharauis alcancen la libertad y puedan regresar al desierto al que siempre pertenecieron.

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